Destino
Que levantó de tirano
Con fuerza la tosca mano
Para clavar su puñal
Matando una feraz primavera
Que triste se convirtiera
En una noche invernal
Y fue de un amor sincero
En el libro del cariño
Que los deditos de un niño
Escribieron la pasión
Insaciable de ternura
Infinita de alegría
Hasta que manchara un día
La sombra de la traición
Destino
Que ciego, rudo, implacable
Al inocente o culpable
Aplica el golpe fatal
Por eso
Aquel peregrino errante
Buscó el desierto anhelante
Para calmar tanto mal
Sufría tanto en la vida
Aquel pobre peregrino
Que en la mitad del camino
Cansado murió sin luz
Y de lejos parecía
La silueta de aquel muerto
De ser, en ese desierto
En vez de un hombre, una cruz
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